Síndrome del ojo perezoso o flojo
El síndrome del ojo perezoso. En los primeros años, sino es que meses en los niños puede haber una especie de estrabismo que no se quita con el tiempo.
Sabemos bien que cuando nacen los bebés hay un poco de estrabismo pues sus músculos empiezan a fortalecerse, pero a partir de los 6-9 meses siempre es bueno ir al oculista si esto persiste.
(el pediatra siempre revisa esto, desde la semana o primer consulta)
En el caso de Laïyna se le desarrolló el síndrome del ojo perezoso, que no es otra cosa más que, (como le decía en su momento, su ojito se va a pasear y no sigue al otro), un ojo es más fuerte que el otro y cuando están cansados esta disparidad puede notarse más.
En nuestro caso, se le recetaron parches para el ojo más fuerte, y créanme que fue toda una empresa que los usara, hasta yo me los puse para motivarla y es bastante molesto, sobre todo cuando hace calor.
Pasados los años, con parche, lentes, parche y lentes y visitas cada 6 meses al oculista, no mejoró nada esto, así que se tuvo que operar los ojos.
Esto se hace cuando son pequeños pues después ya causa otro tipo de problemas y no es operable. Tampoco es una cuestión de estética, sino que además la luz les molesta muchísimo, puede tener problemas de visión y muchas otras cosas más.
Aquí hay más información sobre el síndrome del ojo perezoso en mayoclinic.org.
La operación
Pues como saben, Laïyna se tuvo que operar ambos ojitos, pasar por una prueba de Covid, y bueno ella estaba de lo más feliz, aunque le habían explicado todo el proceso.
Lo que ella entendía es que la iban a dormir y no sentir nada.
Si tan solo fuera así de fácil.
El hospital, mis respetos, aunque ya habían cambiado 3 veces la fecha por causa del bicho, el día en cuestión, fuimos a Bruselas y solo un papá podía entrar, así que fui yo.
Fue muy largo el tiempo entre la llegada y la operación, pero Laïyna estaba tranquila y hasta un poco ansiosa, llevaba a su peluche Mumú, y como él sí podía acompañarla todo el tiempo le dieron un brazalete a él también.
Entrando a la sala de operación
Laïyna ya un poco más inquieta, me agarraba la mano mientras le decía que era como si estuviera en una nave espacial, pero que todo eso era el lugar donde le harían la operación y pocos llegaban a verlo.
La anestesista, la llenaba de preguntas mientras Laïyna poco a poco dejaba de responder, hasta quedarse dormida. Ahí ya me entró un poco de aprehensión, pero salí, con una media sonrisa que el cubre bocas ocultaba.
A los 40 minutos, yo ya estaba en la sala de espera y mi esposo en el coche, me llamaron para alcanzar a Laïyna a la sala de recuperación. Déjenme decirles que es un laberinto el hospital y aun más con algunas partes cerradas a causa del bicho y “medidas de precaución”.
Di ochenta mil vueltas a causa de la recepcionista nada amable, con la que me desquité con una furia que me salía de las entrañas, pero en el coche, que no cunda el pánico.
Estaba preocupada de que mi chiquita despertara y no me encontrara como era previsto.
Un papá se apiadó de mi y me llevó al lugar y yo que temblaba como gelatina y que ninguna respiración me iba a dar la paz que necesitaba, el buen sanmaritano hasta me ayudó a poner la bata que ni podía hacer el nudo de los nervios que traía.
La sala de recuperación
Al entrar a la sala un escalofrío recorrió mi espalda y cuerpo, pensé que ya lo había guardado para siempre ese episodio nefasto de cuando me dejaron ahí acabada de parir, sola, unas 5 horas sin mi bebé.
Pero no había tiempo de eso, así que entré a donde se encontraba ella y una enfermera me dijo que aun no despertaba, pero era cuestión de minutos.
Al verla ahí, mi respiración creo que se paró junto con mi corazón, era ella, pero tan vulnerable, con unas lágrimas de sangre que le escurrían. La enfermera supongo que vio mi cara y me dijo que era normal, que podía ayudar a mi hija limpiándole los ojitos y que sobre todo ella no se llevara las manos a los ojos.
Fue eterno, ella estaba asustada pues no podía ver nada, y le dolía mucho. Las enfermeras de 100, estuvieron a su lado explicándole y calmándola con medicamentos, mientras ella agitada preguntaba una y otra vez que dónde estaba.
Mis ojos tenían esa calma que aparentaba mi corazón en un hilo, pero poco a poco ella fue despertando, dejó de sentir dolor y la llevaron a su cuarto.
En el cuarto
Le habíamos traído un regalo y en ese momento quiso abrirlo, tenía hambre y sed y ya hasta quería bajar de la cama, les hacía millones de preguntas a las enfermeras y ellas súper disponibles para ella.
Al final, fuimos las dos por algo que comer, a una maquina (a causa del virus) y le pregunté si se sentía bien, si no le daba vueltas la cabeza, y ella chistosa, dijo que sí jajajaja las enfermeras saltaron para agarrarla, pero en realidad ella sentía todavía una sensación extraña en su cabeza (imagino que por la anestesia).
Me reí mucho, pero le dije que tenía que explicar muy bien como se sentía para que el doctor y enfermeras supieran que hacer. Así pasamos una buena hora, hasta que llegó el doctor, le quitaron todas las agujas con una crema “mágica” y nos fuimos a casa.
En casa
Ella estaba cansada y su hermano a la expectativa, también le trajimos algo por eso de los celos.
Se portó muy bien con la hermana, hasta que supo que él iría a la escuela y ella no, pero le dije que mejor les contara a sus amigos como se veían los ojos de Laïyna y se fue contento a dormir con la idea dándole vueltas.
Pasaron los días, con las gotas 4 veces, luego 3 y una revisión a la semana de operada. Fue todo un éxito, tiene que seguir llevando los lentes hasta nuevo aviso, acabamos con las benditas gotas y terminamos triunfantes este capítulo.
Nota al lector:
Aunque parezca toda una calamidad, para quienes no me conocen, soy muy nerviosita en cuanto se trata de mis hijos (pueden preguntar a cualquiera).
La operación en si, no es complicada y en menos de una hora se les quita el dolor como tal, a los tres días máximo ya están como si nada brincando.
Así que no hay nada de que preocuparse se los aseguro, y siempre estoy disponible para hablar si ustedes están pasando por esto.
Gracias por leerme