Una de las grandes incógnitas dentro de la maternidad, llegado el momento es LA escuela.
¿Cuál es la mejor para nuestros hijos?
Si bien uno trata de que exista equilibrio entre la casa y la escuela en tanto a la educación y mejores herramientas de aprendizaje, una formación integral para nuestros hijos, tomando en cuenta que pasarán más tiempo fuera de casa.
¿Cuál es la mejor opción?
- Metodología del estudio.
- Tecnología y uso que le dan.
- Programa en cuanto a idiomas.
- Experiencia formativa del desarrollo.
- Orientación en cuanto a las artes.
- Asesorías y apoyo.
- Deportes y educación física dentro y fuera del plantel.
- Etcétera…
Nosotros pasamos esta etapa después de analizar muchísimas opciones, por supuesto que creíamos que sería (la escuela elegida) una decisión definitiva, pero con el tiempo optamos por hacer un paso hacia atrás y reevaluar las opciones.
Los primeros años, es decir primero, segundo y tercero de kínder, fueron esos maravillosos, aunque ya habían alguna cosas que no nos encantaban, como era la comunicación entre profesores y padres de familia, pero creíamos que tanto los profesores como el alumnado habían creado un núcleo y una suma de esfuerzos excepcionales.
Escuela bilingüe, actividades de ciencias, grupos pequeños, artes…en fin todo pintaba bien.
La escuela en la etapa del bicho
Para mala suerte el Covid llegó cuando Laïyna estaba en primero de primaria, dicen que uno se da cuenta de lo que realmente importa en tiempos de crisis y este fue el principio del fin.
Sin ninguna organización (a comparación de otras escuelas belgas), un programa interrumpido abruptamente para después, dejarles “tareas” en vacaciones de navidad (Sí, Navidad de ese mismo año), con TODO el programa, que parte de él obvio no habían visto y ni lo verían.
Segundo de primaria, mismas maestras; que para que no perdieran “el hilo”, cambio de profesores y muchas clases canceladas, algunas por contagios dentro del salón de clases. ¿medidas de seguridad?Pocas por no decir nulas, pero cada cabeza es un mundo.
En este momento ya por terminar las vacaciones, vemos como mi hija de 8 años y su generación en esta escuela ha pagado el precio, con un atraso evidente de lo que debería saber, gracias a un personal incompetente y lleno de “peros” o respuestas vagas al respecto.
Pero la escuela no lo es todo
Dirán que en parte los padres deberíamos haber estado a la altura de la situación y no esperar dos años.
Lo hicimos, con apuntes de otros niños de la edad, libros y mucho estrés, mucho, mucho y lo que le sigue.
Nosotros no tuvimos clases en línea y se que quienes las tuvieron fueron un infierno; nuestros hijos (a comparación de otros países) tuvieron muchísimas más clases presenciales, las cuales se convirtieron en un “nos ponemos al corriente” con tareas interminables y por otro lado “talleres de dibujo” hagan lo que quieran, pasando por “salidas didácticas”.
Así que se imponía la pregunta de hacía años: ¿Qué tipo de escuela queremos para nuestros hijos?
Terminamos con un cambio, la nueva escuela no es bilingüe como la anterior, pero tienen un sistema mucho más complejo y didáctico para que los niños, en las mismas condiciones que los nuestros, se pongan al corriente.
De los puntos anteriores, tendremos casi todos, hasta tecnología “controlada” como material didáctico vía una pantalla táctil gigante, aplicaciones gratuitas y grupos de padres de familia (esto en cuanto a comunicación).
Mis hijos pasan a primero de primaria y tercero; con una idea de base de sistema científico que me recuerda mis años maravillosos en el Colegio Madrid en México y bueno un sinfín de cursos como música, natación y otras actividades dentro del programa escolar y extracurriculares que maneja la misma escuela.
Veremos como nos va, lo que sí es un hecho es que los niños no están nada contentos del cambio, sobre todo Marek que pasa a primero de primaria y tenía un círculo de amigos, que eran como muéganos.
Por supuesto que la escuela no lo es todo; estamos consientes de esto y esperamos que los niños se adapten y les guste el cambio
La sinergia que debería haber en las escuelas
Tomando en cuenta que pasan muchas horas en ellas y a la vez la escuela no es responsable de la educación de los hijos, creo firmemente que esta es fundamental de la casa, si hay cierta implicación de los padres y de los maestros.
Con esto dicho, fueron las propias palabras de la directora que confirmaban nuestras ideas, lo que nos animó a ir más allá e inscribirlos.
Las expectativas
Pues siempre son muchas, y estas son más bien puestas en los hombros de los niños, que, si en algún momento hemos pasado por eso, seguro.
A estas alturas, con las experiencias pasadas creemos que hay mucho trabajo por delante, y nosotros como padres estamos conscientes de que empieza un año rudo, pesado, no sabemos que va a pasar en esta nueva etapa escolar.
Por otro lado, hemos podido llegar a un justo medio con los niños nada emocionados, y más que hablarles de las instalaciones y comedor que generalmente es tema de disputa; les hemos explicado todos los cursos que van a llevar, como música o natación. Ahí han puesto un poco más atención y la mayor hasta ha hecho listas de posibles talleres durante la semana (ella es así).
¿Esta escuela es la perfecta?
Pues no puedo decir que sí, pero hemos tenido que poner todo sobre una balanza; no será bilingüe, pero llevaran inglés, no son salones tan pequeños, pero tampoco son enormes… y así puedo continuar, pero esto lo veremos el 1 de septiembre que entran a clases y la realidad, nuestra nueva realidad.
Cruzo los dedos porque se adapten y sobre todo les guste el cambio, lo demás vendrá poco a poco. No queda de otra.
¿Ustedes cómo han vivido estos últimos años de escuela con el bicho? ¿La escuela de sus hijos les ha parecido que estaba a la altura de sus expectativas? ¿Han terminado el programa escolar?
Los leo con mucha atención, ya sé que es tema delicado, sobre todo este inicio de ciclo escolar con el bicho al tope.